Las tendencias actuales en la política económica de los países occidentales sitúa a la lucha contra la inflación como el objetivo prioritario al que quedan subordinados todos los demás. Mensualmente los medios de comunicación ofrecen con grandes titulares los datos más recientes de inflación. Esos datos determinan a su vez la revisión de los convenios laborales colectivos, las pensiones de jubilación y multitud de acuerdos contractuales. Cualquier profesional tiene que ser capaz hoy de valorar en su justa medida la precisión de los datos oficiales de la inflación. Tiene que ser muy consciente también de sus consecuencias, especialmente de los efectos redistributivos. Por ejemplo, uno de los errores más nefastos y frecuentes en las sentencias de los tribunales procede precisamente de la falta de reconocimiento oficial por los jueces de la existencia de la inflación. Cuando un juez considera saldada una deuda si se abona la cantidad nominal contratada aunque hayan pasado años de su fecha de cumplimiento, caso, por ejemplo, de las suspensiones de pagos o de los arrendamientos sin indiciar, está sin duda sancionando prácticas viciosas e injustas de enriquecimiento.
En cualquier caso, los requerimientos culturales más elementales exigen que cualquier universitario conozca las causas que originan la inflación y las políticas e instrumentos que conducen a su solución.
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