de juny 21, 2006

La ruta de la seda



Ya en tiempos del imperio romano, el comercio de la seda era tan importante, y resultaba tan caro, que Justiniano puso limitaciones aduaneras. Parece ser que hacia 555, fué él mismo quien envió al Extremo Oriente a dos monjes para que trajeran por la ruta del Cáucaso los huevos de los gusanos de seda. Los trajeron escondidos en sus bastones huecos, pero por lo visto no eran de una especie muy preciada, lo que, unido al excesivo monopolio que Justiniano pretendía, hizo que la sericultura no prosperase. Los siguientes en intentarlo fueron los sogdianos, buenos agricultores y comerciantes, que trazaron las rutas comerciales entre el norte de China y las ricas naciones del Asia Occidental. La industria de la seda llegó a España por medio de los árabes en el siglo VII. La huerta murciana fue el centro de cultivo de seda más importante de la Edad Media europea, con Granada, Toledo y Sevilla como grandes factorías y mercados.

Los árabes no permitieron a los cristianos llevar sus naves hasta el oceano Índico: por lo general, a las regiones del norte de China se accedía por tierra, rodeando el imperio musulmán, y a las regiones del sur de China se accedía por mar. A finales del siglo XIII, la sericultura ya es próspera en Italia, monopolizando los italianos el comercio de la seda con Francia, Alemania e Inglaterra durante mucho tiempo después.
Hay tres rutas principales de comunicación y comercio entre los dos extremos de Asia: Una, al norte del Altai, por el lago Barkul, Urumtsi, el puerto Talki, el valle del Ili, Talas, luego por el mar de Aral, el Caspio, el Cáucaso y Asia Menor. Las otras dos son las más conocidas desde los Han, que pasan por el sur del Tarim y se reúnen al pie de los pasos que atraviesan los desiertos del Pamir y entran en la China. Los relatos de los viajes de Marco Polo fueron muy difundidos, pero ni en la antigüedad ni en toda la Edad Media aparece denominada ninguna de estas rutas como "ruta de la seda". Cuando Aurel Stein, en 1907, descubre la Caverna de los Mil Budas, encontrando sedas de los siglos V y VI, se empieza a tomar interés sobre estas rutas. Es entonces cuando se les da este nombre, más como recopilación de varios itinerarios que como trazado de un solo camino. Las rutas de la seda recorrían unos 10000 km, y se podía tardar en recorrerlas unos 7 años mediante caravanas.